"Está bueno tocar los temas del disco en su orden original. Es como se escuchaban antes los discos", destacó Fito Páez, enfundado en un impecable traje negro después de tocar los primeros tres temas de El Amor después del Amor.
Sentado al piano, el artista comandó una suerte de fogón multitudinario en el Luna Park, donde todos cantaron cada estrofa de sus canciones y miraron abstraídos, un poco en el presente y mucho también en el pasado, demorados en las dulces redes de cada historia personal que tiene, como música de fondo, los temas del rosarino.
Las canciones son las mismas de hace 20 años, pero suenan diferentes, justamente porque tienen la porosidad de dos décadas de vivencias. Páez no es el mismo Páez de aquel tiempo y el público tampoco. Tal vez en eso radica la magia.
El disco en vivo tuvo picos altos de emoción como cuando la voz de Fito se acompló a la del flaco Spinetta que cantaba desde una de las pantallas "Pétalo de sal", o cuando aparecieron también desde un video wall Charly y Calamaro, con evidentes marcas de los años en sus cuerpos y en su voz.
Todos, los músicos desde el escenario y la gente desde las butacas, se entregaron a ese viaje en el tiempo, a ese ida y vuelta que no terminó cuando sonó el "chau hasta mañana" de "A rodar mi vida".
Después Fito se encargó de ir saltando de álbum en álbum, en una especie de homenaje a su carrera que saca perla tras perla y mantiene el hechizo. La gente saltó, bailó, aplaudió de pie y se entregó embelezada a temas como "Cable a Tierra" o "Carableas de la Nada".
Y el rosarino, como un maestro de ceremonias, fue desandando los temas de su historia, que también es nuestra historia, hasta terminar en bata y con el pelo mojado en el último bis, como si estuviera en el living de su casa.
Y quizá de eso se trata. Porque arrastrados por la intimidad de esas canciones tan propias, en el Luna park todos se sintieron como en su casa. Bienvenidos a la Rueda Mágica.
Fuente: http://tn.com.ar/musica/hoy/fito-paez-y-su-gran-rueda-magica_384306